jueves, 17 de noviembre de 2011

Tournay, urbanismo medieval


Hoy quiero hablar del nuevo juego de Xavier Georges, una de mis adquisiciones en la feria de juegos de Essen, el pasado Octubre. Fue una de las novedades esperadas de este año, dado el éxito que han tenido otros juegos de este diseñador, como Troyes o Carson City.

Tournay nos traslada a la ciudad del mismo nombre, situada en Bélgica muy cerca de la frontera con Francia. Fundada por los romanos, ha cambiado de dominio en varias ocasiones, con una historia turbulenta. El juego nos invita a ayudar en la reconstrucción de la ciudad después de una invasión normanda en 881. Aunque la mecánica es de worker placement, carece casi por completo de tablero y básicamente es un juego de cartas. Cada jugador deberá construir su distrito de la ciudad y el que obtenga más puntos de prestigio ganará la partida.

Los mazos de cartas se disponen en un cuadrado de 3x3. Por columnas, se dividen en cartas amarillas (relacionadas con el comercio), cartas blancas (relacionadas con la iglesia) y cartas rojas (relacionadas con el poder militar). De cada color hay tres mazos, en los de nivel I, nivel II y nivel III. En la parte superior del pequeño tablero se sitúa el mazo de eventos. En este juego los diferentes colores no corresponden a diferentes jugadores, sino a los tres diferentes poderes. Cada jugador recibe 2 trabajadores de cada color (amarillo, blanco y rojo) que colocará en su plaza, y 3 monedas.

Los Turnos.

Cada turno se divide en dos fases. La primera es la colocación de una carta de tu mano en tu distrito, pagando el precio indicado y es opcional. El distrito de cada jugador es un cuadrado de 3x3 cartas, si se llena se puede colocar cartas encima de otras, se siguen ganando los puntos de victoria de la que está debajo si es del mismo color, pero no se podrá activar. 


 La segunda fase es la realización de acciones utilizando los trabajadores, que se ponen tumbados fuera de la plaza o encima de la carta que han activado.

Coger una carta. Para coger una carta se tienen que usar los trabajadores del color correspondiente. Un trabajador para las cartas de nivel I, dos para las de nivel II y tres para las de nivel III.

Activar un edificio de tu distrito. Se coloca un trabajador del color correspondiente encima del edificio y se realiza la acción indicada.

Combatir un evento. Los eventos son sucesos positivos o negativos que afectan a todos los jugadores en determinados momentos. Para eliminar una de esas cartas se tiene que usar en número de trabajadores indicados en la carta y pagar el precio indicado. Al eliminarla, el jugador se la queda en su mano. Al final de la partida cada carta cuenta como un punto de victoria.

Ganar dinero. Se pueden usar trabajadores de un mismo color para ganar dinero. Se obtienen 2 monedas por trabajador.

Llamar a los trabajadores a la plaza. Se cuenta como acción reunir otra vez los trabajadores en la plaza, reactivándolos.

Los jugadores siempre tienen la posibilidad de "alquilar" trabajadores de sus contrincantes, pagando dos monedas lo pueden usar en su propio distrito o para robar cartas.

Las Cartas

Las cartas de nivel I y II pueden ser edificios o personajes. Los edificios se pueden activar usando los trabajadores. Permiten hacer muchos tipos de acciones, como ganar dinero, robar cartas de los mazos, combatir eventos, usar edificios de otros jugadores, etc...

Cantera (edificio amarillo) y Obispo (personaje blanco)
Los personajes tienen efecto "ambiental". Se activan cuando se cumplen determinadas condiciones a su alrededor y dan ciertas ventajas. Por ejemplo ganar dinero cada vez que se coloca una carta, permite activar dos veces los edificios de alrededor, etc.

Mercado de telas (nivel III) da puntos por edificios y personajes amarillos
Las cartas de nivel III son todas edificios de prestigio, que otorgan puntos de victoria al final de la partida por determinadas condiciones. Su efecto es para todos los jugadores, pero siempre el jugador que la posee obtiene más ventajas. Pueden dar puntos por la cantidad de dinero, por la cantidad de edificios de determinado color, por la cantidad de trabajadores, etc.

Los Eventos

En cada mazo de cartas hay un Pregonero. Cuando algún jugador destapa un Pregonero se activan los eventos, que son sucesos que pueden ser beneficiosos o perjudiciales. Siempre hay tres visibles y cuando se activan afectan a todos los jugadores. Para defenderse, los jugadores pueden usar las cartas de evento previamente conseguidas, colocándoles boca abajo alrededor de su distrito.

La partida finaliza cuando han aparecido tantos pregoneros como jugadores más uno, y algún jugador ha completado su distrito con al menos dos edificios de nivel III. Al final de la ronda, se cuentan los puntos otorgados por los edificios de prestigio y los otorgados por las demás cartas.


Los componentes del juego se reducen a las cartas y los trabajadores de madera. Las cartas tienen muy buenas ilustraciones, aunque se podría decir que son algo recargadas y a veces se hace un podo difícil entender lo que dicen. Aún así, el estilo es inspirado en el arte medieval.

No es un juego nada difícil, y la gran cantidad de cartas ofrece mucha rejugabilidad. Según conformes tu distrito puedes realizar unos combos espectaculares, sin embargo el juego bonito no siempre queda recompensado al final de la partida. Hay que montar una estrategia que te permita aprovechar tus edificios de prestigio pero a la vez de los de los otros jugadores. Tengo que explorar más sus posibilidades, ya que una cosa es saber como mover las piezas, y otra montar estrategia ganadora. Hay que aprenderse las cartas. Pueden jugar de 2 a 4 jugadores y la partida dura entre 60 y 90 minutos.

Conclusión. Sin ser de los mejores de Georges, la mecánica es muy interesante y es un juego con muchas posibilidades que se puede jugar bastante rápidamente. El secreto es conocer las cartas y balancear una estrategia que te permita sacar beneficio de todos. Recomendado para fans de Ildefons Cerdà.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Visita a la Cervecera Cantillon, Bruselas


Hace tiempo que no actualizamos el Blog. Hemos estado ocupados con otros asuntos, y evidentemente con el viaje que nos hemos pegado por Bélgica, previo paso por la mayor convención de juegos de mesa del mundo en Essen, Alemania.

Pero no nos desviemos del tema que ya habrá tiempo suficiente para contarlo todo. Hoy volvemos al ciclo de las cervezas, puesto que uno de los principales motivos de nuestro viaje por Bélgica ha sido ese, probar las mejores cervezas.

De nuestro paso por Bruselas me llevaré dos recuerdos. La Grand Place de noche, con las fachadas iluminadas, y la visita a una de las pocas elaboradoras tradicionales de cervezas que quedan, la cervecería Cantillon.


La cervecera está en una calle olvidada en un feo barrio de la ciudad pero está abierta al público y constituye una visita muy recomendable y educativa. La fábrica es una empresa familiar fundada en 1900 por Paul Cantillon y ha seguido hasta ahora su método tradicional de fabricación de cerveza lámbica, o de fermentación espontánea. Actualmente producen unos 900 Hl de cerveza al año.

La visita recorre las diferentes dependencias de la fábrica, dedicadas a las diferentes fases de la elaboración de la cerveza, de las que hablaremos brevemente.

Caldera de mezcla (exterior)

Caldera de mezcla (interior)
En la primara parte de la elaboración se muele el trigo y la malta de cebada que pasan a una tolva que conduce la materia prima a la caldera que hay en la sala de mezcla. En esa caldera es donde el triturado se mezcla con el agua y se calienta hasta unos 75º unas 2 horas. El líquido obtenido (mosto) que contiene los azúcares, se bombea a las cubas de cocción del primer piso. El bagazo (residuo sólido que queda tras la filtración) se usa de pienso para el ganado.

Caldera de cocción (exterior)
Caldera de coción (interior)
En las calderas de cocción se añade lúpulo viejo al mosto, las hélices mezclan los componentes y por los serpentines circula vapor muy caliente que hace que el mosto hierva para obtener todas las propiedades del lúpulo y esterilizar la mezcla.

Tina de enfriamiento
Seguidamente el mosto se filtra y pasa a la tina de enfriamiento, situada en lo alto del edificio, en una sala muy ventilada. Se trata de una tina de cobre de muy poca profundidad y superficie muy grande. La forma y situación de la tina favorece el rápido enfriamiento del mosto. Es en este punto cuando las levaduras y otras bacterias del ambiente específico de esta sala entran en contacto con el mosto.

Barriles fermentando
El mosto pasa al tanque de trasiego y posteriormente a las barricas donde se produce la fermentación espontánea. Al comienzo es muy violenta, de tal forma que durante 3 o 4 días no se pueden tapar los barriles ya que el CO2 producido podría hacerlos explotar.

Fermentación en barrica
En este punto es cuando diverge la manera de elaboración dependiendo del producto final. La cerveza se deja en las barricas uno (lámbica joven) dos, o tres años (lámbica vieja). La lámbica joven aún conserva parte de los azúcares naturales, y a medida que va envejeciendo su concentración disminuye; sin embargo, al haber sido fermentadas en un material poroso como la madera, ninguna de ellas contiene gas. 

Gueuze
Para la elaboración de las cerveza tipo gueuze, se mezclan los tres tipos de lámbica con proporciones adecuadas y se embotella. La lámbica joven proporciona azúcares y levaduras activas mientras que la vieja proporciona aroma y acidez; todo esto favorece una fermentación secundaria dentro de la botella que produce el gas carbónico.

Kriek
Para la elaboración de las cervezas de fruta, se le añade las diferentes frutas a la lámbica de dos años y se deja macerar unos 6 meses. Posteriormente se mezcla con lámbica joven y se embotella produciendo fermentación secundaria.

Bodega
Tras el embotellado, la cerveza se mantiene en la bodega en posición horizontal para que realice su segunda fermentación durante un tiempo que varía dependiendo del producto, pero puede llegar hasta a 25 años. Eso hace que las cervezas realizadas con esta técnica tengan un sabor comparable al cava.

Para acabar la visita, fuimos obsequiados con una cata de cerveza Gueuze, Kriek y Framboise, nada mejor para acabar nuestra estancia en la capital Belga. El resto de Bruselas, lamento decirlo, no merece la pena, así que si os obligan a ir a punta de pistola, no os olvidéis de pasar por la Brasserie Cantillon. Recomendado.